Durante los primeros años de vida, el cerebro se desarrolla a una velocidad impresionante. Un entorno rico en estímulos afectivos, sociales y educativos puede marcar la diferencia entre un desarrollo óptimo y uno limitado.
Algunos de los beneficios de una buena atención en esta etapa son:
Mejor desempeño escolar en años posteriores.
Menor riesgo de abandono escolar.
Desarrollo de habilidades sociales y emocionales.
Prevención de enfermedades y malnutrición.
Reducción de desigualdades sociales.
Invertir en la primera infancia no solo mejora la vida de los niños y sus familias, sino que también contribuye al desarrollo económico y social del país.
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